Existió un momento en el que un videojuego basado en una famosa franquicia de dibujos no era la basura sin atisbo de calidad a la que tienen hoy acostumbrado a nuestros hijos. Hubo un tiempo en el que los propietarios de franquicias querían que sus productos asociados fueran buenos y que pusieran en valor sus propiedades intelectuales sin tenerlas que arrastrar por el fango.
Hablo de una época en la que comprar un juego de alguna franquicia de Disney o de las series europeas que adaptaba infogrames, por ejemplo -y salvo excepciones-, era tener muchos números de que fuera un gran título. Y este Astérix (1991) es uno de los mejores testigos de aquellos tiempos. Si no el mejor.
Programado por la propia SEGA en un equipo encabezado por el gran Tomozō Endō -mismo director y responsables de Castle of illusion- nos ofrecieron un título que no sólo cumplía y respetaba la obra original, si no que expandía el universo del mismo complementándolo y homenajeando de la mejor de las formas.
El título propone un plataformas de scroll lateral dividido en 8 mundos de 3 subfases cada uno, aunque realmente eran 7 mundos y una última fase de cuadrigas por lo que se quedaba en 22 niveles la cosa. Algo realmente abrumador, y más si tenemos en cuenta esto: salvo en los dos primeros niveles en dónde no podemos elegir personaje el resto de niveles sí que existe esta posibilidad, existiendo variaciones significativas a la hora de afrontar los mismos bien con el esmirriao de Astérix o bien con el orondo de Obélix. De absoluto vértigo la magnitud del título.
Astérix, rápido y ágil pero incapaz de romper nada por su cuenta si no es con la ayuda de ciertas pociones. En contra, un lento tanque llamado Obélix que puede abrirse paso rompiendo ciertos tipos de bloques con un sólo puñetazo -¡el crafting bueno y no el del Steve ese!-, dos paradigmas jugables bien diferenciados que unido a la grandísima variedad de situaciones a la que nos enfrentamos, nos da como resultado uno de los mejores plataformas, más profundos y rejugables que se hayan programado nunca.
Una de las cosas que me ha sorprendido en pleno 2022 a la hora de redescubrir este título ha sido la enorme variedad de escenarios y enemigos que alberga. Hay muchos sprites que aparecen una única vez en todo el juego -los vikingos con las palas, las serpientes de las pirámides, los peces espada...-. Programaron y animaron enemigos para usarlos en un único nivel, a veces de un sólo uso como es el caso del águila con la cuerda. Este esfuerzo, dedicación y ganas de hacer algo especial -un currazo en resumen- es hoy en día impensable en un juego similar. Un juego hecho por artesanos más que por programadores. Una absoluta maravilla que cabía en 512 míseros Kilo Bytes.
Y no sólo de plataformas vive el hombre. Aunque pueda catalogarse como un plataformas clásico, Astérix tiene varios niveles diseñados de forma muy inteligente, aprovechando y usando los escasos recursos de los que disponían. Hay algunos que son microaventuras en sí mismas, con varios objetivos que cumplir de forma secuencial -pero no lineal, alguno requiere volver sobre nuestros pasos- antes de abrir la puerta. La entrada al templo griego es un gran ejemplo de ello: requiere explorar ese nivel a conciencia para ir consiguiendo los elementos necesarios para abrir la puerta.
Otros se salen completamente de la tangente, como el que tenemos que controlar una tabla esquivando los pinchos de forma lateral o el águila en volandas que nos lleva con su cuerda. Entre esa variedad de situaciones y la gran cantidad de elementos diferentes que hay en todos y cada unos de los niveles, uno no puede si no rendirse a sus creadores y su titánica obra.
Encima es un juego plagado de secretos, caminos alternativos y recompensas al jugador avispado que decida experimentar con sus falsos límites de pantalla.
A nivel sonoro poco que decir, uno de los primeros trabajos de Takayuki Nakamura, al que ya conocimos en Moonwalker y nos acabó de volar la cabeza en su sensacional Lumines: variadas y alegres melodías en las que predomina el viento, muy en consonancia a ese Road Trip que es el juego.
Lo único negativo que podría decir sobre el juego son los bosses. Es como si se hubieran “olvidado” de ellos a mitad de desarrollo. De tener que enfrentarnos a varios en los primeros compases del juego a su desaparición repentina en el resto de la aventura es bastante chocante.
Pero tampoco le hacen falta. Largo, variado, bonito, inteligentemente diseñado y rejugable. Uno de los mejores plataformas y uno de los arietes de su sistema. No puede faltar ya no en tu colección, si no en tu repertorio de experiencias vitales. Uno de esos títulos que has de haberlo jugado y disfrutado al menos una vez en la vida.
Todos los caminos llevan a Roma...pero ninguno se disfruta más que este que empieza en tu Master System.
Un abrazote